lunes, 2 de agosto de 2010

Mirá qué tenés y actuá.

Vivir solo ayuda mucho a la creatividad en la cocina.
Primero ves lo que tenés, y probablemente haya cosas que combinen bien, y no tengas ni idea. Probá.
Te sobra cereal: machacalo y pedí helado.
Metele amor. Pensá que te lo vas a comer. Ese es el fin último. Disfrutalo.
Con el error aprendés. Por ejemplo, una vez haciendo risotto. No tenía vino blanco, y le heché vino tinto. Quedó violeta, pero igual quedó rico. Otra vez tenía Campari. Quedó horrible. Amargo. Una vez terminado, lo dejé enfriar, porque estaba feo, le puse huevos, queso y lo hice tortilla. Descubrí la tortilla de arroz y fue increible.

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